Alimentación Consciente, o Mindful Eating, se puede definir como poner Atención Plena en el acto de comer, a la hora de escoger, cocinar y comer los alimentos. Pero también es poner atención en cómo los comemos, qué emociones nos despiertan y qué necesidades subyacen detrás ciertas conductas a la hora de comer.
Por tanto, las prácticas de Atención Plena (Mindfulness) en torno a la alimentación nos permitirán hacer elecciones más conscientes e intuitivas, mejorando nuestros hábitos y un mejor cuidado del cuerpo y la mente.
Estudios científicos han demostrado que la Atención Plena nos hace más resilentes (capacidad de sobreponernos a períodos de dolor emocional y situaciones adversas) y la resiliencia es una cualidad que nos llevará a ser más proactivos en nuestro autocuidado. Aprendemos a dar un espacio a las conductas y hábitos que nos pueden perjudicar y desde la flexibilidad y la responsabilidad intentar mejorarlas. En este post, explicaré cómo la Atención Plena nos lleva a aumentar la resilencia y la proactividad, mejorando así nuestros hábitos.
- Una las actitudes que empezamos a aplicar con la Alimentación Consciente es la aceptación, aceptación de que probablemente tengamos un problema, y la aceptación es el primer paso para el cambio y la superación. Aceptamos que estamos estresados, que nos sentimos cansados, que no comemos bien, que nos sentimos bajos de energía, que las analíticas no son correctas, que tenemos malas digestiones, etc..
- Después pasamos a tratar de identificar las causas de ese sufrimiento o malestar, detectar los hábitos que nos están perjudicando: comer demasiado azúcar, no dormir bien, tomar demasiado café, no dedicar tiempo a preparar buenas comidas, no organizar bien la compra, comer poca fruta y verduras, comer demasiadas comidas precocinadas, no practicar ejercicio, ver demasiada televisión, comer de forma mecánica, etc..
Al invertir energía en comprender las bases del problema, dejamos de huir de él, deja de haber resistencia.
- En tercer lugar, pasamos a ser conscientes de que podemos poner fin a ese sufrimiento y que la mejora es posible. Esta es la parte más importante, creer desde el autoconocimiento realista que podemos lograr mejorar nuestros hábitos, que está en nuestras manos el poder de actuar de forma diferente. La confianza de que podemos cambiar nuestros patrones de conducta.
Según el psicólogo Albert Bandura, «la autoeficacia percibida» es esencial en cualquier cambio de conducta, la creencia de que está en nuestras manos poder cambiar el hábito que nos está perjudicando frente a otras creencias que nos hacen permanecer inmóviles. Creer que tenemos en nuestras manos el poder una vida más saludable porque podemos incorporar hábitos más saludable en nuestro día a día.
Al practicar Alimentación Consciente empezamos a escuchar sin juicio esas creencias que nos llevan a no hacer nada para intentar cambiar las cosas: son los horarios, el tiempo, la genética, soy muy nervioso, es que ya lo intentado muchas otras veces, etc…Pero la clave es que pasamos a escuchar todas esas voces internas que nos limitan, de una forma compasiva, sin juicio.De esta manera estaremos mejor capacitados para rectificar la siguiente vez que creamos hemos actuado de forma poco saludable.
Practicar Alimentación Consciente y Mindfulness sobre todo nos proporciona flexibilidad, y la flexibilidad es la base del autocuidado: lo he hecho mal, pero mañana lo intentaré hacer mejor. Es muy difícil cambiar un hábito cuando lo hacemos desde el todo o el nada.
Pasamos a ser conscientes de que tenemos el poder de decidir, que si un día hemos fallado, y hemos comido, bebido o fumado más de la cuenta, a la mañana seguiremos nuestro camino de autocuidado, ya que lo hacemos desde la flexibilidad, la responsabilidad y la compasión y no desde el castigo o la obligación: «Hoy no lo he hecho del todo bien, pero mañana lo intentaré hacer mejor».
Pero además de ser conscientes de que está en nuestras manos poner fin a ese sufrimiento, también tratamos de observar qué necesidades subyacentes hay detrás de esa conducta, necesidades de amor, de cariño, de ser vistos, de ser oídos. Esas necesidades muchas veces nos pueden impulsar a comer más de la cuenta como estrategia para calmar ese hambre emocional. Al poner consciencia a eso, y tratar desde la compasión y amor hacia un o mismo de satisfacer nuestras propias necesidades, estaremos mejor preparados para hacer elecciones saludables.
– Y en último lugar, pasamos a la acción y creamos nuestro propio camino de autocuidado, desde la intuición y el compromiso con uno mismo. La Alimentación Consciente y Mindfuless nos impulsan a la acción desde la motivación interna (porque me quiero, me cuido) y no externa (me lo ha dicho el médico, la dietista, tengo una boda, se acerca el verano). Contactamos con nuestras necesidades reales y entonces la motivación interna, la responsabilidad y la flexibilidad pasan guiar nuestra conducta.
En definitiva, al incorporar la Alimentación Conscientes y Mindfulness en nuestro día a día aprendemos a escuchar qué es lo que necesitamos en cada momento, tanto a nivel nutricional como emocional y decidimos conscientemente cómo satisfacer esa necesidades.