Es normal confundir estas dos experiencias, la del atracón, y la del comer emocional, y hoy te voy a hablar un poco sobre ellas.
Aunque la intencionalidad puede ser la misma (sentirnos mejor), la energía que las acompaña es muy diferente.
En el hambre emocional hay más espacio para decidir. El atracón a menudo se experimenta como una ola a la que es totalmente imposible resistirse.
Desde mi experiencia personal y profesional, el atracón nos invalida mucho más, tanto física como emocionalmente.
En primer lugar, las dos experiencias son humanas, y mucho más habituales de los que nos pensamos.
COMER EMOCIONAL
Para empezar, te diría que todo el comer es emocional, porque comer nos ha ayudado a sobrevivir, y por lo tanto no es una conducta neutra, sino placentera. El placer nos lleva a comer y así garantizamos la supervivencia.
Permitirnos comer emocionalmente es permitirnos disfrutar de la comida por el puro placer de que nos hace sentir mejor. El comer emocional forma parte de las múltiples formas de acercarnos a la experiencia de comer.
Muchas personas usan los alimentos para aumentar las emociones agradables (como el placer o la felicidad) o para calmar los sentimientos incómodos (como la ansiedad, la ira o la tristeza).
Cuando nos reunimos alrededor de una mesa y compartimos platos, estamos compartiendo placer, nutrición y conexión. Y eso es comer emocional.
Y aunque es cierto que tenemos que ir explorando qué parte de nuestro comer emocional nos dificulta cuidarnos como nos gustaría, ese puede ser un camino maravilloso de redescubrimiento de nosotras mismas, y una oportunidad para explorar qué áreas de nuestra vida no estamos atendiendo adecuadamente.
Personalmente, el hambre emocional me ayuda a cuidarme porque me indica en qué medida me estoy atendiendo lo que necesito en este momento.
CULTURA DE LA DIETA Y ATRACÓN
La cultura de la dieta es un sistema de creencias que valora el peso, la forma y el tamaño del cuerpo por encima del bienestar. La cultura de la dieta está basada en patrones de alimentación rígidos que en nombre de la salud invitan a las personas a restringir cantidades y tipos de alimentos o a aumentar el ejercicio físico en aras de la salud pero realidad tienen que ver con peso, la forma o el tamaño y todo un sistema económico detrás beneficiándose de eso.
Numerosas investigaciones claramente vinculan las conductas rígidas o restrictivas con los atracones.
Cuando nos ponemos a dieta y nuestro cerebro detecta restricción, se activan los mecanismos de supervivencia que activan el sistema de recompensa que nos impulsa a buscar comida de forma urgente para para recuperar los niveles de energía a los que está acostumbrado el cuerpo.
Es decir, comer demasiado poco da como resultado una presión psicológica y fisióloga hacia la ingesta.
Con el tiempo y a base de repetir acciones de restricción, ya no solo es la propia restricción la que activa esos mecanismos, sino sólo al pensar en el ello el cerebro entiende que otra restricción se acerca y empieza a ansiar comida para prevenir la siguiente hambruna.
Así pues, esa sensación de urgencia tan fuerte que se vive incluso como una adicción puede ser muy probablemente consecuencia de la mentalidad de la dieta.
A través de la restricción o las etiquetas de alimentos «buenos» o «malos», las reglas de control de comida, etc… se crea una privación real o percibida que puede desencadenar un impulso primordial de comer.
CUÁNDO DERIVA UN COMER EMOCIONAL EN ATRACÓN
La cultura de la dieta se encarga de que nos sintamos culpable cuando comemos de más vendiéndonos la idea de que nuestras conductas alimentarias son una cuestión de fuerza de voluntad o incluso de adicción. Cuando aparece la culpa después de una ingesta emocional, restringimos alimentos como forma de aliviar esa culpa y a la larga la conducta de comer emocional acaba mutando al atracón.
Así que en realidad nos acaba haciendo mucho más daño la cultura de la dieta y la mentalidad dieta, que no el comer emocional.
A menudo, el primer paso para salir de los atracones es el de permitirnos comer emocionalmente, es decir, salir de la dualidad «alimentos buenos y malos» y aprender a soltar la mentalidad dieta y la culpa.
Porque como te comento, el atracón es una conducta vinculada a la restricción física u emocional consecuencia de las dietas, y el comer emocional es algo que nos acompaña desde que nacimos y nos relacionamos con el mundo a través del vínculo comida, conexión y amor.
Evidentemente, soltar la mentalidad dieta lleva tiempo, pero con paciencia, persistencia, y las habilidades necesarias, mi experiencia personal y profesional es que es totalmente posible.
Espero que este post te ayude a tener una relación más en paz con la comida. Te recuerdo que mis artículos no tienen la intención de sustituir el acompañamiento profesional, si sientes que estás en lucha con la comida o con tu cuerpo, te animo a que busques ayuda.
REFERENCIAS
- From dietary restraint to binge eating: attaching causes to effects.
- Shared and unique mechanisms underlying binge eating disorder and addictive disorders
- Dieting and binging. A causal analysis.
- ¿Qué es la no dieta?
- Hambre mental, ¿me ayuda a cuidarme o no