Hoy te traigo una reflexión sobre la cultura de la dieta y el merecimiento.
Las luchas con el cuerpo son el resultado de múltiples elementos, uno de ellos, el más potente, el de la cultura de la dieta y la gordofobia.
Y esto se traduce en gestos, palabras, acciones concretas vividas o dejadas de vivir a lo largo de nuestra vida relacionadas con el cuerpo y la comida, a menudo desde nuestra más tierna infancia.
Si en algún momento alguien te hizo creer que tu cuerpo (y por lo tanto tu), solo eres válida/merecedora si éste se ajusta a cierto tamaño y forma es normal que de ello se derive mucho sufrimiento porque lo que nuestro cerebro ansía son experiencias de amor incondicional.
Tomar consciencia de esto puede ser un ejercicio doloroso. No podemos cambiar el pasado, pero revisitarlo desde una mirada de compasión y no juicio puede ayudar a entender lo que pudiste necesitar, lo que necesitó tu niña, y tu como adulta, nutrirlo.
Porque lo contrario te puede atascar en interminables luchas persiguiendo aquello que no se te dio en su momento. Aceptación, validación, amor incondicional.
Y de eso se nutre la cultura de la dieta. De dar una respuesta a nuestras heridas de la infancia que nos aleja de nosotras mismas, de nuestras necesidades en el aquí y ahora y de vivir la vida que merecemos.
Entiendo nuestra relación con la comida y el cuerpo como una oportunidad para explorar qué es lo que de verdad el cuerpo y alma anhelan y necesitan.
Una oportunidad para dar un paso atrás y explorar con curiosidad, amabilidad y compasión qué esconden nuestras luchas con el cuerpo, o nuestra dificultad para escucharlo, o nuestro comer emocional. Y desde ahí, encaminarnos pasito a pasito a una vida de merecimiento y satisfacción.
Recuerda, no necesitas tener un cuerpo normativo para ir a la playa, ni para salir a buscar el amor ni para disfrutar de un helado. Solo necesitas soltar los pensamientos que te llevan a hacer lo contrario.
Para terminar, te propongo que si es así, puedas en el aquí y el ahora darte un poco de eso que necesitaste de pequeña que hubiera significado relacionarte con tu cuerpo y la comida de forma más segura y confiada.
- Un abrazo cálido y genuino.
- Un eres válida tal y como eres.
- Te quiero incondicionalmente.
- Te acepto incondicionalmente.
- Un sentir de apoyo.
- Cualquier otra cosa que lleve a conectar con la suficiencia y el respeto hacia tu y tu cuerpo.
Espero que haya resonado en ti, todo lo compartido desde la consciencia de que hay otro camino diferente para cuidarte y relacionarte contigo.
Interacciones con los lectores