Si llevas años intentando cuidarte , seguramente has escuchado alguna vez esa vocecita interior que aparece de repente y te dice que no lo estás haciendo lo suficientemente bien, que aún deberías comer más sano, deberías ir más al gimnasio, que deberías perder más peso… Esa voz es tu crítico interno.
El crítico interno suele caminar de la mano de otra voz, la perfeccionista, que nos marca el rumbo a seguir siempre que queremos conseguir objetivos, sean laborales o personales.
La voz perfeccionista es esa parte nuestra que aspira a que seamos mejores y nos recuerda que deberíamos esforzarnos más.
Pero, ¿mejores en base a qué? Normalmente en base a esa imagen ideal que hemos creado de nosotros mismos con la ayuda del perfeccionista y altamente influenciados por el contexto social.
Relacionado con la salud o el autocuidado, cuando queremos cambiar nuestros hábitos y comer mejor, mentalmente creamos un ideal de a dónde queremos llegar, pero muchas veces es un ideal poco realista alentado por la publicidad, personajes famosos que promocionan dietas, las redes sociales, chicas perfectas que salen en revistas, anuncios, etc… (me vienen a la memoria fotos de famosas americanas paseando este verano con sus vasos gigantes de batidos verdes)
Motivadas por la voz perfeccionista, nos ponemos en marcha, y empezamos a trabajar para conseguir esos objetivos, y en ese momento nos creemos invencibles.
Pero, ¿qué pasa cuando el resultado de nuestras acciones no acaba de ser todo lo perfecto que nos gustaría? ¿qué pasa cuándo a ese camino de perfección, empezado normalmente en lunes, se le pone en medio un pequeño contratiempo (tipo “cumpleaños en la oficina, el office lleno de cruasans) y caemos en la tentación de comer uno?
Aparece el crítico interno recordándonos todas las veces que hemos fracasado, las veces que no lo hemos conseguido y lo mal que lo estamos haciendo otra vez.
El crítico interno es la otra voz que en contraposición a la perfeccionista, nos recuerda continuamente todos nuestros fracasos y lo suele dar todo por perdido. La voz crítica hace que en vez de un cruasán nos comamos 6.
Cuánta más distancia hay entre lo que nos dice nuestro critico interno y la imagen generada por nuestro perfeccionista, más malestar sentimos.
Personalmente ese malestar me ha acompañado durante muchos años de mi vida. Ambas voces, tanto la perfeccionista como la crítica, nos quieren ayudar pero la mayor parte de las veces nos dirigen hacia los extremos, a hacerlo perfecto o a abandonar. ¿Te resuena?
No podemos pretender que no aparezcan, ya que nos han acompañado durante muchos años y probablemente tengan una función en nuestras vidas, pero lo que sí podemos intentar cambiar de entrada es cómo nos relacionarmos con ellas.
Si además de escuchar esas voces, nos las creemos, experimentaremos malestar interno y desasosiego debido a esos mensajes contradictorios y muchas veces hirientes, que posiblemente nos lleve a abandonar cualquier intento de mejora.
Nuestro cerebro suele interpretar la crítica y la culpa como estresores internos, que nos generarán más malestar, que a su vez dispararán nuestra ansiedad, llevándonos a comer más.
El perfeccionista y el crítico, suelen estar sostenidos por un diálogo interno entre el todo y el nada, y es ante ese baile interno que debemos aprender a ser flexibles y amables con nosotros mismos, dándonos cuenta de que es lo que realmente nos importa y sin perder el rumbo de hacia dónde queremos ir.
Es por eso que siempre recomiendo la práctica de Mindfulness, Mindful Eating y Compasión. Porque son habilidades y herramientas que nos ayudan a cultivar una mayor amabilidad y flexibilidad:
-Escuchando esas voces internas, sin intentar apartarlas porque no desaparecerán, sino escuchándolas con consciencia plena, sabiendo que son solo eso, voces fruto de creencias gestadas en nuestro interior desde nuestra infancia.
-Invitando también al baile la voz compasiva, la que sabe ser amable con nosotros mismos, que sabe que siempre intentamos hacerlo lo mejor posible, que sabe que nos queremos cuidar, pero que a veces, y debido a nuestra infancia, nuestras experiencias vitales, a nuestra genética, etc… no siempre lo conseguimos. Y aunque te parezca mentira, esa voz ya habira dentro tuyo. Solo tienes que intentar recuperar un momento en el cual has sido capaz de motivar a alguien que quieres desde un lugar amable. ¿A que te vienen numerosos ejemplos?
La práctica del Mindfulness y de la Compasión te pueden ayudar a estar en contacto con todas esas voces, y pueden ayudarte también a desarrollar la voz la amable y compasiva, desde la cual también puedes motivarte, pero que a diferencia de las otras voces, no te generará malestar sino tranquilidad y satisfacción.
Cómo cultivar la compasión:
La próxima vez que te detectes en lucha con tu crítico interno y tu perfeccionista, prueba a hacer este breve ejercicio:
-Párate un momento, cierra los ojos, haz unas respiraciones lentas y profundas y piensa qué le dirías a una buena amiga que estuviera en tu misma situación, qué palabras amables crees que le ayudarían a sentirse mejor en ese momento en el que cree que ha fallado.
-Intenta decirte a ti misma eso mismo con la máxima calidez y amabilidad que puedas en ese momento.
Nos cuesta ser amables con nosotros mismos cuando creemos que hemos fracasado, pero es una cualidad que se puede cultivar, y justamente es ahí donde reside la oportunidad de estar en paz con nosotras mismas y con nuestro cuerpo.
No se trata de tratar de eliminar nuestro crítico interno ni nuestro perfeccionista, sino de cultivar nuestro yo amable y compasivo a través de las palabras, el gesto y el tono de voz que nos dirigimos. Poco a poco esto nos permitirá equivocarnos sin autodestruirnos y por tanto encontrar el punto intermedio entre el todo y el nada.
Si quieres saber más sobre cómo la autocompasión puede ayudarte a cuidarte mejor, te invito a leer este otro post:
La importancia de la Compasión cuando practicamos Alimentación Consciente