Hoy quiero hablarte sobre un concepto que está sobredimensionado en la sociedad actual y que muchas veces nos puede hacer más mal que bien.
Y es la fuerza de voluntad.
Usar la fuerza de voluntad para regular nuestra conducta alimentaria, para controlar nuestro peso o controlar el comer emocional, es suponer que se pueden controlar el hambre, las necesidades del cuerpo, los pensamientos y las emociones.
Pero la realidad va por el camino contrario, cuanto más intentes controlarlos, con más fuerza surgirán.
ADEMÁS, TIENES QUE SABER QUE TU DÍA A DÍA NO DEBERÍA SER UNA BATALLA.
Intentar luchar contra tus pensamientos, emociones o sensaciones físicas no solo no funciona, sino que te puede conllevar consecuencias de mucho sufrimiento, como hambre extrema, agotamiento, culpa, frustración, ansiedad o conductas evitativas como más comer emocional o más enganche a las dietas.
La fuerza de voluntad, como su nombre indica, es una fuerza y como tal, se agota. Si la conducta alimentaria o la regulación emocional dependiera de esa fuerza, nos hubiéramos extinguido como especie.
La fuerza de voluntad es la energía que nos ha vendido la cultura de la dieta que necesitamos para mejorar nuestra salud, desde una idea rígida de salud basada en el peso.
La fuerza de voluntad es lo que necesitas para controlar lo que comes con la intención de controlar tu cuerpo.
EL CONTROL ES UNA FICCIÓN DE LA MENTE APRENDIDA EN ESTA CULTURA.
Nos vende que las cosas no nos funcionan porque “no lo intentamos lo bastante fuerte”.
Nos vende que podemos controlar nuestros cuerpos a nuestro antojo.
Nos vende que podemos elegir qué y cómo sentir.
Lo peor es que esa ilusión de control es que se fortalece cuanto más la practicamos porque parece que nos estamos haciendo cargo de lo que nos pasa.
Y eso genera la deseada y reforzada sensación de control, ¿entiendes por dónde voy?
Y al final, ya no sabemos vivir sin controlar nuestra experiencia interna (pensamientos, emociones, hambre, deseos…) o externa (lo que comemos, lo que hacemos…).
No estamos en control de las necesidades de nuestro cuerpo.
No estamos en control de nuestras necesidades emocionales.
No tenemos el control del impacto que nos generan los estímulos externos.
Por mucho que te vendan lo contrario.
Esta es la realidad de como funcionan los seres humanos, por más que a nuestra mente le guste pensar lo contrario.
Negar eso te conducirá a la frustración, la rebeldía y a conductas cada vez más compulsivas.
Pero quiero que sepas que un camino diferente es posible.
Te puedes nutrir y disfrutar de lo que comes sin usar la fuerza de voluntad.
Puedes vivir sin controlar tus pensamientos y emociones.
Tu día a día puede dejar de ser una lucha.
Es un camino construido a base de presencia, escucha, aceptación, autorregulación, corregulación, consciencia y compasión.
Espero que este post te resulte inspirador
Con cariño
Mireia.
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