Entonces…
Necesitas de la compasión.
Algo que ocurre en muchas ocasiones y sin siquiera darnos cuenta, es que lidiamos con una mente que, a pesar de tener buenas intenciones, a menudo nos causa más dolor que bienestar.
La sociedad y sobre todo las redes sociales se encargan de alimentar la «bolsa» de «los tengo que» en nuestras vidas: imagen corporal, alimentación, ejercicio, belleza, rendimiento, maternidad, amistad… La lista es infinita.
Podemos sentir que vivimos con el enemigo en casa: nunca es suficiente, nunca lo hacemos lo suficientemente bien, ¿te suena?
Pero recuerda: aunque la intención sea buena, explora a dónde te lleva eso:
¿Te aleja del aquí y el ahora?
¿Te desconecta de tus necesidades?
¿Te inunda de estrés y ansiedad?
¿Te inunda de culpa y vergüenza?
En el pasado te hacía llegar una reflexión sobre la exigencia, el perfeccionismo y la autocrítica.
A menudo convivir con estas voces nos lleva a conductas extremas, de todo o nada en el autocuidado, el trabajo y las relaciones.
Navegar entre todas estas voces no es fácil.
El camino de en medio no es fácil.
Sobre todo, cuando la sociedad premia uno y castiga el otro.
Sobre todo, cuando lo que nos mueve son nuestras heridas y las voces de no suficiencia aprendidas.
Sin lugar a dudas, lo que a mi más me ha ayudado es la práctica de la compasión.
A menudo esta se confunde con autoindulgencia, laxitud o no acción.
Pero nada más lejos de la realidad.
La compasión es una motivación vinculada al alivio del sufrimiento, nuestro y de los que nos rodean.
La compasión nos invita a no perdernos en esta sociedad.
A priorizar nuestro autocuidado porque si no, no podemos cuidar.
Nos invita a atendernos y atender nuestras necesidades como las de cualquier otro ser humano.
Nos invita a apretar y transitar lo difícil cuando hace falta o a soltar y parar en otras ocasiones.
A amar y a respetar nuestra cuerpo.
Es el antídoto para cuando nos implicamos demasiado.
Para cuando tenemos tendencia a quedarnos exhaustas.
Para las que empatizamos demasiado.
Porque la compasión nos invita continuamente a escucharnos y preguntarnos:
¿Qué es practicar autocuidado en medio de todo esto?
Así que, cuando sientas que algo empieza a pesarte, que cargas con más de lo que sientes que puedes, cuando creas que algo externo está perturbando tu momento presente, recuerda:
Puedes permitirte elegir.
Puedes parar.
Puedes decir no.
Puedes poner límites a tu mente y a tu entorno.
Puedes borrar todas aquellas cuentas que te hacen sentir «no suficiente».
Puedes probar a ser más compasiva y comprensiva contigo.
¿Tiene sentido esto para ti? ¿Se te ocurre algún “Puedes…” más?
Me encantará leer tus palabras y todo aquello que quieras compartir conmigo en los comentarios.
Con cariño,
Mireia.
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